viernes, 29 de noviembre de 2013

Palabra de Vida

II Timoteo 4, 2.7:
"Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina." "He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la Fe."

Reflexión:
El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice: "He conservado la fe". ¿cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso. Compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, "embalsamar" el mensaje de Cristo. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, ha aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse.

Nos podemos preguntar: ¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿la tenemos para nosotros, en nuestra familia, comunidad, parroquia..., como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que en la actualidad vamos con frecuencia "a la carrera", muy ocupados; pero ¿habéis pensado alguna vez que esta "carrera" puede ser también la carrera de la fe? Cada uno de nosotros somos misioneros. Somos misioneros también en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la fe en familia, en el trabajo, parroquia, amigos... y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los días.

La verdadera alegría que se disfruta en familia, comunidad, trabajo..., no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables... la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida. En el fondo de todo ello, está la presencia de Dios en medio de nosotros, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña a tener este amor paciente, el uno por el otro. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias.

Si falta el amor de Dios, también perdemos la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia, una comunidad... que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad. El Señor conoce nuestras dificultades. Y conoce los pesos de nuestra vida. Sabe también que dentro de nosotros hay un profundo anhelo de encontrar la alegría del consuelo. Jesús quiere que nuestra alegría sea plena. Se lo dijo a los apóstoles y nos lo repite a nosotros hoy.
(Papa Francisco)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Decisión de cada uno

Domingo 10 de Noviembre

Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios.

Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos. Solo cuando un grupo de saduceos se le acerca con la idea de ridiculizar la fe en la resurrección, a Jesús le brota de su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera:
Dios "no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos son vivos" Su fe es sencilla.

Es verdad que nosotros lloramos a nuestros seres queridos porque, al morir, los hemos perdido aquí en la tierra, pero Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo esos hijos suyos a los que tanto ama. Dios está compartiendo su vida con ellos porque los ha acogido en su amor insondable.

El rasgo más preocupante de nuestro tiempo es la crisis de esperanza. Hemos perdido el horizonte de un Futuro último y las pequeñas esperanzas de esta vida no terminaba de consolarnos. Este vacío de esperanza está generando en bastantes la pérdida de confianza en la vida.

Estos tiempos de desesperanza, ¿no nos están pidiendo a todos, creyentes y no creyentes, hacernos las preguntas más radicales que llevamos dentro? Ciertamente no es fácil creer, y es difícil no creer. Mientras tanto, el misterio último de la vida nos está pidiendo una respuesta lúcida y responsable. Esta respuesta es decisión de cada uno. ¿Quiero borrar de mi vida toda esperanza última más allá de la muerte como una falsa ilusión que no nos ayuda a vivir?

sábado, 19 de octubre de 2013

FE + CARIDAD = MISIÓN

La Fe es un don precioso de Dios. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Debe ser compartido. Si lo guardamos sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos.

El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los "suburbios", especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. Por tanto, todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio.

Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos. Es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía: "Cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia; este actúa en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre".

"Tened valor yo he vencido al mundo".

domingo, 13 de octubre de 2013

CREER SIN AGRADECER

El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría.
Lucas no se detiene en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos. Jesús ha pedido a los leprosos que se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita integrarse en la sociedad.

Uno de ellos, de origen samaritano, al ver que está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús. Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente: podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe. Vuelve "alabando a Dios a grandes gritos". Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en Dios.

Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla. Al encontrarse con Jesús, "se echa a sus pies dándole gracias". Sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está aquí junto a Él dándole gracias.

Al concluir el relato, Jesús toma la palabra y hace tres preguntas expresando sus sorpresa y tristeza. Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No han quedado limpios los diez?¿Por qué no reconocen lo que han recibido de Jesús?¿Por qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias a Dios casi nunca?¿No significa nada nuevo para ellos? No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios.

¿Por qué hay tantas personas alejadas de la práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por Él?

Una fe que no genera alegría y agradecimiento es una fe enferma.


sábado, 12 de octubre de 2013

¿Oratorio para qué te quiero?

Te quiero para descansar.
Te quiero para reunir a los niños.
Te quiero para cerrar los ojos.
Te quiero para contemplar el silencio.
Te quiero para que los mayores descansen.
Te quiero para que los enfermos encuentren consuelo.
Te quiero para que los jóvenes se contagien de alegría.
Te quiero para que los desanimados encuentren tu fuerza.
Te quiero para que los tristes encuentren consuelo.
Te quiero para encontrar la paz.
Te quiero para aceptar la vida.
Te quiero para asumir las contrariedades.
Te quiero para contrastar la realidad.
Te quiero para conectar la trascendencia.
Te quiero para dar luz.
Te quiero Oratorio no por lo físico sino por lo que contienes, ahí encontramos al Maestro, el Señor.
Sed bienvenidos a nuestro Oratorio.



sábado, 28 de septiembre de 2013

Romper la indiferencia

Según Lucas, cuando Jesús gritó "no podéis servir a Dios y al dinero", algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero "se reían de Él". Él no se echa atrás.

Luego narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos: un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta, sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.

No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Su vida entera es inhumana, sólo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve.
Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.

También hoy se nos está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo justo a nuestro portal personas viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.
Nuestra tarea es romper la indiferencia. El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna, y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Domingo 15 de Septiembre



El gesto más escandaloso
El gesto más provocativo y escandaloso de Jesús fue, sin duda, su forma de acoger con simpatía especial a pecadoras y pecadores, excluidos por los dirigentes religiosos y marcados socialmente por su conducta al margen de la Ley. Lo que más irritaba era su costumbre de comer amistosamente con ellos.

De ordinario, olvidamos que Jesús creó una situación sorprendente en la sociedad de su tiempo. Los pecadores no huyen de Él. Al contrario, se sienten atraídos por su persona y su mensaje. Lucas nos dice que "los pecadores y publicanos solían acercarse a Jesús para escucharle". Encuentran en Él una acogida y comprensión que no encuentran en ninguna otra parte.

Mientras tanto, los sectores fariseos y los doctores de la Ley, los hombres de mayor prestigio moral y religioso ante el pueblo, solo saben criticar escandalizados el comportamiento de Jesús: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos". ¿Cómo puede un hombre de Dios comer en la misma mesa con aquella gente pecadora e indeseable?

Jesús nunca hizo caso de sus críticas. Sabía que Dios no es el Juez severo y riguroso del que hablaban con tanta seguridad aquellos maestros que ocupaban los primeros asientos en las sinagogas. Él conoce bien el corazón del Padre. Dios entiende a los pecadores; ofrece su perdón a todos; no excluye a nadie; lo perdona todo. Nadie ha de oscurecer y desfigurar su perdón insondable y gratuito. Por eso, les ofrece su comprensión y su amistad. Nada tienen que temer. Pueden sentarse a su mesa, pueden beber vino y cantar cánticos junto a Jesús. Su acogida los va curando por dentro.




domingo, 5 de mayo de 2013

El deseo de Jesús


 VI Domingo de Pascua 
05 de Mayo

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y acobardados. Saben que están viviendo las últimas horas con su Maestro. Jesús quiere infundirles ánimo. Su primer deseo es que no se olviden de la Buena Noticia de Dios. Que sus seguidores mantengan siempre vivo el recuerdo del proyecto humanizador del Padre: ese “reino de Dios” del que les ha hablado tanto. Si le aman, esto es lo primero que han de cuidar: “el que me ama, guardará mi palabra...el que no me ama, no la guardará”. 

El Padre os enviará un Defensor. No quiere que se queden huérfanos. No sentirán su ausencia. Les enviará el Espíritu Santo que los defenderá del riesgo de desviarse de Él. Les “enseñará” a comprender mejor todo lo que les ha enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más su Buena Noticia. Les “recordará” lo que le han escuchado. Los educará en su estilo de vida. Jesús quiere que vivan con la misma paz que han podido ver en Él, fruto de su unión íntima con el Padre. Les regala su paz. Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Es lo primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un mundo más sano y justo.

Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. Después de veinte siglos, ¿por qué nos paraliza el miedo al futuro? ¿Por qué tanto recelo ante la sociedad moderna? Hay mucha gente que tiene hambre de Jesús. El Papa Francisco es un regalo de Dios. Todo nos está invitando a caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio. No podemos quedarnos pasivos ante esta invitación.

domingo, 14 de abril de 2013

Al amanecer

14 de Abril (III Domingo de Pascua)

Se recoge un relato del encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos a orillas del lago Galilea. Cuando se redacta, los cristianos están viviendo momentos difíciles de prueba y persecución: algunos reniegan de su fe. El narrador quiere reavivar la fe de sus lectores. Se acerca la noche y los discípulos salen a pescar. No están los Doce. El grupo se ha roto al ser crucificado su Maestro. Están de nuevo con las barcas y las redes que habían dejado para seguir a Jesús. Todo ha terminado. De nuevo están solos. La pesca resulta un fracaso. Vuelven con las redes vacías.

Con frecuencia, nuestros esfuerzos en medio de una sociedad indiferente apenas obtienen resultados. También nosotros constatamos que nuestras redes están vacías. Es fácil la tentación del desaliento y la desesperanza. ¿Cómo sostener y reavivar nuestra fe?

En este contexto de fracaso, el relato dice que "estaba amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla". Pero los discípulos no lo reconocen desde la barca. Tal vez es la distancia, tal vez la bruma del amanecer, y, sobre todo, su corazón entristecido lo que les impide verlo.

Es el discípulo más querido por Jesús el que lo reconoce: "¡Es el Señor!". No están solos. Todo puede empezar de nuevo. Todo puede ser diferente. Con humildad pero con fe, Pedro reconocerá su pecado y confesará su amor sincero a Jesús: "Señor, tú sabes que te quiero".

En nuestra Iglesia necesitamos testigos de Jesús. Creyentes que, con su vida y su palabra nos ayuden a descubrir en estos momentos la presencia viva de Jesús.

domingo, 31 de marzo de 2013

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

URGENTE

Para ti, que siempre vives la vida a un ritmo vertiginoso, quiero recordarte que lo más importante que tienes en la vida, eres tú y todos los que te rodean, y recuerda que...

Urgente, es una palabra con la que vivimos día a día, en nuestra agitada vida, y a la cual, le hemos perdido ya todo el significado de premura y prioridad.

Urgente, es la manera más pobre de vivir en este mundo, porque sabes, el día que nos vamos dejamos pendiente las cosas, que verdaderamente fueron urgentes.

Urgente, es que hagas un alto en tu ajetreada vida, y te preguntes: Qué significado tiene todo esto que yo hago? Urgente, es que seas más amigo, más humano, más hermano...

Urgente, es que sepas valorar el tiempo que te pida una persona, un@ amig@.

Urgente, es que cada mañana, cuando veas salir el sol, te impregnes de su calor, y le des gracias al Señor, por tan maravilloso regalo...

Urgente, es que mires a tu familia, a tus hijos, a tu espos@, y a todos los que te rodean, y valores ese tan maravilloso tesoro.

Urgente, es que le digas a las personas que quieres, hoy, no mañana, cuánto los quieres, cuánto los amas!

Urgente, es que te sepas hij@ de Dios, y te des cuenta que Él, te ama, y quiere verte sonreir feliz y llen@ de vida. RESUCITAD@.



Urgente, es que no se te vaya la vida en un soplo y que cuando mires atrás, seas ya un@ ancian@ que no puede echar tiempo atrás, que todo lo hizo urgente...

... que fue un@ gran empresari@, un@ gran artista, un@ gran  profesional, que llenó su agenda de urgencias, citas, proyectos, pero dentro de todo, lo más importante, se te olvidó VIVIR.

Facundo Cabral

domingo, 24 de marzo de 2013

Ante el Crucificado

Domingo de Ramos

Detenido por las fuerzas de seguridad del Templo, Jesús no tiene ya duda alguna: el Padre no ha escuchado sus deseos de seguir viviendo; sus discípulos huyen buscando su propia seguridad. Está solo. Sus proyectos se desvanecen. Le espera la ejecución. El silencio de Jesús durante sus últimas horas es sobrecogedor. Sin embargo, los evangelistas han recogido algunas palabras suyas en la cruz. Lucas ha recogido las que dice mientras está siendo crucificado: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Así es Jesús. Ha pedido a los suyos "amar a sus enemigos" y "rogar por sus perseguídores". Es Él mismo quien perdona primero. Esta es la gran herencia de Jesús a la Humanidad: No desconfiéis nunca de Dios. Su misericordia no tiene fin.

Marcos recoge un grito dramático del crucificado: "¡Dios mío. Dios mío! Este grito de Jesús, identificado con todas las víctimas de la historia, pidiendo a Dios alguna explicación a tanta injusticia, abandono y sufrimiento, queda en labios del crucificado reclamando una respuesta de Dios. Lucas recoge una última palabra de Jesús: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". Nada ni nadie lo ha podido separar de Él. El Padre ha estado animando con su espíritu toda su vida. Terminada su misión, Jesús lo deja todo en sus manos. El Padre romperá su silencio y lo resucitará.

Esta semana santa, vamos a celebrar en nuestras comunidades cristianas la Pasión y la Muerte del Señor. También podremos meditar en silencio ante Jesús crucificado ahondando en las palabras que él mismo pronunció durante su agonía.


domingo, 17 de marzo de 2013

Tampoco yo te condeno


V Domingo de Cuaresma

En tiempos de Jesús, la mujer era una marginada social. Su desigualdad con el hombre tenía su máxima expresión en la legislación judía sobre el matrimonio y el adulterio. La mujer pasaba de la autoridad del padre a la propiedad del marido. Cuando el esposo sospechaba de la infidelidad de su mujer, la llevaba al sacerdote. Ahí bebía una mezcla de agua y polvo del suelo del santuario, mientras decía: “Si has engañado a tu marido, estando bajo su potestad, si te has manchado acostándote con otro, entonces que el Señor te entregue a la maldición de los tuyos” (Núm 5, 11-31). El libro del Levítico condena el adulterio con la pena de muerte, que 
se ejecutaba de forma brutal y a pedrada limpia, como si de un linchamiento se tratara (Ez 16, 38-41).

Así están las cosas en la escena del evangelio. Fariseos y letrados sitúan a Jesús en un aprieto. Si perdona a la mujer se enfrenta a la Ley de Moisés. Si ordena que la apedreen, se enfrenta a los romanos, porque habían retirado al Sanedrín la facultad de ejecutar toda pena de muerte. Pero Jesús responde: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Conocemos el final: “¿Ninguno te ha condenado? Tampoco yo te condeno”. 

Quien se enfrenta con sus propios fallos y debilidades, abandona toda posición de juez y se 
abstiene de condenar a nadie. Los acusadores niegan toda posibilidad de cambio y la ley judía no da segundas oportunidades. La misericordia de Jesús nos rehabilita con toda la dignidad ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos. La adúltera no necesitaba piedras, sino misericordia. Al final la condena no alcanzó a nadie y la misericordia a todos. Asumamos el estilo y los criterios de Jesús.

jueves, 14 de marzo de 2013

Bendición Urbi et Orbi

         
          Hermanos y hermanas, buenas tardes.
Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.

(Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre).

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí....

Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

(Bendición).

Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.
Bendición Urbi et Orbi (vatican.va) 

Miserando atque eligendo

Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo Sígueme, "Sígueme", que quiere decir: "Imítame". Le dijo "Sígueme", más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él y anduvo.
San Beda el Venerable, presbítero; Homilía 21

“MISERANDO ATQUE ELIGENDO”
El lema episcopal de Jorge Mario Bergoglio es la frase latina del Evangelio de Mateo "Miserando atque eligendo", que describe la postura de Jesús hacia el publicano (considerado un público pecador) que "lo miró con misericordia y lo eligió".

domingo, 10 de marzo de 2013

Me pondré en camino a donde está mi padre

IV Domingo de Cuaresma
Recientes sondeos de opinión revelan que la mayoría de los europeos aceptan la existencia de Dios, pero pasan de él y actúan como si no existiera. Esta actitud se aproxima a la del hijo menor de la parábola, que se aleja de la casa del padre y se organiza la vida a su aire.

La parábola describe con todo lujo de detalles el proceso de este hijo. Se ha llevado lo mejor del padre: su herencia. Pero lejos de acumular felicidad y bienestar, se va deteriorando progresivamente hasta llegar a la máxima degradación: el hambre y el cuidado de los cerdos. Vivir al margen de Dios no conduce a una vida más humana, más sabia, más noble o gratificante.

Es aquí cuando recapacita y hace balance: ¿qué hago con mi vida? Discierne los pasos que reorienten un nuevo porvenir y toma una decisión sorprendente: "Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros". Decisión nada fácil, pero cuando alguien la asume desde el fondo de su corazón, es señal inequívoca de que su relación con Dios ha cambiado para bien.Y todo termina en fiesta desbordante.

Por el contrario, el hijo mayor, el hombre recto y observante, el que nunca se fue de casa ni desobedeció a su padre, al final se queda fuera del hogar sin participar en la fiesta. Y ése es su gran fallo: no tiene entrañas de misericordia, no comprende el amor del Padre, no ama. Sólo entrará en la fiesta final, no el observante que niega acogida y perdón, sino quien comprenda que Dios es Padre de todos y sepa acoger, comprender y perdonar a sus hermanos.

domingo, 3 de marzo de 2013

Antes que sea tarde

III Domingo de Cuaresma

Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos. Pero sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.

Va pasando el tiempo ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.

Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la
llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios. Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu. Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia. José Antonio Pagola

lunes, 11 de febrero de 2013

Año de la Fe 2012-2013

Comenzamos nuestras entradas en el blog con la referencia a las publicaciones de la Santa Sede sobre el año de la fe: aquí podréis encontrar la catequesis del Santo Padre en el Año de la Fe, la Carta Apostólica con la que se convoca el Año de la Fe, así como las notas pastorales para el año de la Fe.