domingo, 31 de marzo de 2013

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

URGENTE

Para ti, que siempre vives la vida a un ritmo vertiginoso, quiero recordarte que lo más importante que tienes en la vida, eres tú y todos los que te rodean, y recuerda que...

Urgente, es una palabra con la que vivimos día a día, en nuestra agitada vida, y a la cual, le hemos perdido ya todo el significado de premura y prioridad.

Urgente, es la manera más pobre de vivir en este mundo, porque sabes, el día que nos vamos dejamos pendiente las cosas, que verdaderamente fueron urgentes.

Urgente, es que hagas un alto en tu ajetreada vida, y te preguntes: Qué significado tiene todo esto que yo hago? Urgente, es que seas más amigo, más humano, más hermano...

Urgente, es que sepas valorar el tiempo que te pida una persona, un@ amig@.

Urgente, es que cada mañana, cuando veas salir el sol, te impregnes de su calor, y le des gracias al Señor, por tan maravilloso regalo...

Urgente, es que mires a tu familia, a tus hijos, a tu espos@, y a todos los que te rodean, y valores ese tan maravilloso tesoro.

Urgente, es que le digas a las personas que quieres, hoy, no mañana, cuánto los quieres, cuánto los amas!

Urgente, es que te sepas hij@ de Dios, y te des cuenta que Él, te ama, y quiere verte sonreir feliz y llen@ de vida. RESUCITAD@.



Urgente, es que no se te vaya la vida en un soplo y que cuando mires atrás, seas ya un@ ancian@ que no puede echar tiempo atrás, que todo lo hizo urgente...

... que fue un@ gran empresari@, un@ gran artista, un@ gran  profesional, que llenó su agenda de urgencias, citas, proyectos, pero dentro de todo, lo más importante, se te olvidó VIVIR.

Facundo Cabral

domingo, 24 de marzo de 2013

Ante el Crucificado

Domingo de Ramos

Detenido por las fuerzas de seguridad del Templo, Jesús no tiene ya duda alguna: el Padre no ha escuchado sus deseos de seguir viviendo; sus discípulos huyen buscando su propia seguridad. Está solo. Sus proyectos se desvanecen. Le espera la ejecución. El silencio de Jesús durante sus últimas horas es sobrecogedor. Sin embargo, los evangelistas han recogido algunas palabras suyas en la cruz. Lucas ha recogido las que dice mientras está siendo crucificado: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Así es Jesús. Ha pedido a los suyos "amar a sus enemigos" y "rogar por sus perseguídores". Es Él mismo quien perdona primero. Esta es la gran herencia de Jesús a la Humanidad: No desconfiéis nunca de Dios. Su misericordia no tiene fin.

Marcos recoge un grito dramático del crucificado: "¡Dios mío. Dios mío! Este grito de Jesús, identificado con todas las víctimas de la historia, pidiendo a Dios alguna explicación a tanta injusticia, abandono y sufrimiento, queda en labios del crucificado reclamando una respuesta de Dios. Lucas recoge una última palabra de Jesús: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". Nada ni nadie lo ha podido separar de Él. El Padre ha estado animando con su espíritu toda su vida. Terminada su misión, Jesús lo deja todo en sus manos. El Padre romperá su silencio y lo resucitará.

Esta semana santa, vamos a celebrar en nuestras comunidades cristianas la Pasión y la Muerte del Señor. También podremos meditar en silencio ante Jesús crucificado ahondando en las palabras que él mismo pronunció durante su agonía.


domingo, 17 de marzo de 2013

Tampoco yo te condeno


V Domingo de Cuaresma

En tiempos de Jesús, la mujer era una marginada social. Su desigualdad con el hombre tenía su máxima expresión en la legislación judía sobre el matrimonio y el adulterio. La mujer pasaba de la autoridad del padre a la propiedad del marido. Cuando el esposo sospechaba de la infidelidad de su mujer, la llevaba al sacerdote. Ahí bebía una mezcla de agua y polvo del suelo del santuario, mientras decía: “Si has engañado a tu marido, estando bajo su potestad, si te has manchado acostándote con otro, entonces que el Señor te entregue a la maldición de los tuyos” (Núm 5, 11-31). El libro del Levítico condena el adulterio con la pena de muerte, que 
se ejecutaba de forma brutal y a pedrada limpia, como si de un linchamiento se tratara (Ez 16, 38-41).

Así están las cosas en la escena del evangelio. Fariseos y letrados sitúan a Jesús en un aprieto. Si perdona a la mujer se enfrenta a la Ley de Moisés. Si ordena que la apedreen, se enfrenta a los romanos, porque habían retirado al Sanedrín la facultad de ejecutar toda pena de muerte. Pero Jesús responde: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Conocemos el final: “¿Ninguno te ha condenado? Tampoco yo te condeno”. 

Quien se enfrenta con sus propios fallos y debilidades, abandona toda posición de juez y se 
abstiene de condenar a nadie. Los acusadores niegan toda posibilidad de cambio y la ley judía no da segundas oportunidades. La misericordia de Jesús nos rehabilita con toda la dignidad ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos. La adúltera no necesitaba piedras, sino misericordia. Al final la condena no alcanzó a nadie y la misericordia a todos. Asumamos el estilo y los criterios de Jesús.

jueves, 14 de marzo de 2013

Bendición Urbi et Orbi

         
          Hermanos y hermanas, buenas tardes.
Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.

(Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre).

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí....

Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

(Bendición).

Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.
Bendición Urbi et Orbi (vatican.va) 

Miserando atque eligendo

Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo Sígueme, "Sígueme", que quiere decir: "Imítame". Le dijo "Sígueme", más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él y anduvo.
San Beda el Venerable, presbítero; Homilía 21

“MISERANDO ATQUE ELIGENDO”
El lema episcopal de Jorge Mario Bergoglio es la frase latina del Evangelio de Mateo "Miserando atque eligendo", que describe la postura de Jesús hacia el publicano (considerado un público pecador) que "lo miró con misericordia y lo eligió".

domingo, 10 de marzo de 2013

Me pondré en camino a donde está mi padre

IV Domingo de Cuaresma
Recientes sondeos de opinión revelan que la mayoría de los europeos aceptan la existencia de Dios, pero pasan de él y actúan como si no existiera. Esta actitud se aproxima a la del hijo menor de la parábola, que se aleja de la casa del padre y se organiza la vida a su aire.

La parábola describe con todo lujo de detalles el proceso de este hijo. Se ha llevado lo mejor del padre: su herencia. Pero lejos de acumular felicidad y bienestar, se va deteriorando progresivamente hasta llegar a la máxima degradación: el hambre y el cuidado de los cerdos. Vivir al margen de Dios no conduce a una vida más humana, más sabia, más noble o gratificante.

Es aquí cuando recapacita y hace balance: ¿qué hago con mi vida? Discierne los pasos que reorienten un nuevo porvenir y toma una decisión sorprendente: "Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros". Decisión nada fácil, pero cuando alguien la asume desde el fondo de su corazón, es señal inequívoca de que su relación con Dios ha cambiado para bien.Y todo termina en fiesta desbordante.

Por el contrario, el hijo mayor, el hombre recto y observante, el que nunca se fue de casa ni desobedeció a su padre, al final se queda fuera del hogar sin participar en la fiesta. Y ése es su gran fallo: no tiene entrañas de misericordia, no comprende el amor del Padre, no ama. Sólo entrará en la fiesta final, no el observante que niega acogida y perdón, sino quien comprenda que Dios es Padre de todos y sepa acoger, comprender y perdonar a sus hermanos.

domingo, 3 de marzo de 2013

Antes que sea tarde

III Domingo de Cuaresma

Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos. Pero sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.

Va pasando el tiempo ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.

Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la
llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios. Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu. Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia. José Antonio Pagola