sábado, 19 de octubre de 2013

FE + CARIDAD = MISIÓN

La Fe es un don precioso de Dios. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Debe ser compartido. Si lo guardamos sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos.

El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los "suburbios", especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. Por tanto, todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio.

Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos. Es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía: "Cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia; este actúa en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre".

"Tened valor yo he vencido al mundo".

domingo, 13 de octubre de 2013

CREER SIN AGRADECER

El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría.
Lucas no se detiene en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos. Jesús ha pedido a los leprosos que se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita integrarse en la sociedad.

Uno de ellos, de origen samaritano, al ver que está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús. Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente: podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe. Vuelve "alabando a Dios a grandes gritos". Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en Dios.

Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla. Al encontrarse con Jesús, "se echa a sus pies dándole gracias". Sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está aquí junto a Él dándole gracias.

Al concluir el relato, Jesús toma la palabra y hace tres preguntas expresando sus sorpresa y tristeza. Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No han quedado limpios los diez?¿Por qué no reconocen lo que han recibido de Jesús?¿Por qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias a Dios casi nunca?¿No significa nada nuevo para ellos? No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios.

¿Por qué hay tantas personas alejadas de la práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por Él?

Una fe que no genera alegría y agradecimiento es una fe enferma.


sábado, 12 de octubre de 2013

¿Oratorio para qué te quiero?

Te quiero para descansar.
Te quiero para reunir a los niños.
Te quiero para cerrar los ojos.
Te quiero para contemplar el silencio.
Te quiero para que los mayores descansen.
Te quiero para que los enfermos encuentren consuelo.
Te quiero para que los jóvenes se contagien de alegría.
Te quiero para que los desanimados encuentren tu fuerza.
Te quiero para que los tristes encuentren consuelo.
Te quiero para encontrar la paz.
Te quiero para aceptar la vida.
Te quiero para asumir las contrariedades.
Te quiero para contrastar la realidad.
Te quiero para conectar la trascendencia.
Te quiero para dar luz.
Te quiero Oratorio no por lo físico sino por lo que contienes, ahí encontramos al Maestro, el Señor.
Sed bienvenidos a nuestro Oratorio.